La feria
Arranca en madrugadas por el puesto del vino
y transcurre su ritmo hacia el sol vertical,
la feria es la vidriera donde cada vecino
es un calidoscopio de sueño y arrabal.
En las horas tempranas el murmullo transcurre
entre pavas quemadas y luz artificial
y el bizcocho de grasa tentempié que discurre
con toda la rutina del axioma final.
Las voces van creciendo como canción antigua
se llena de vecinos el lumpen marginal
y desde el verdulero hasta la venta ambigua
intercambian monedas la pobreza y la sal.
Cuando todo se acabe quedarán sólo rastros
cajones destruidos, un resto accidental
y las piernas pesadas y cansados los astros
y el ronroneante inútil camión municipal.
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