viernes, 20 de abril de 2007

Urubamba
(Para Alberto con quien compartimos
un viaje de aventuras al Macchu Picchu en el verano de 1973)

Un río tumultuoso vocifera Urubamba
y dispersa un rocío de azules abundancias,
sus cursos alimentan al territorio Camba
en esa saciedad poblada de distancias.

Sin presentar batalla cae Atahualpa, el fiel.
Pizarro se hace fuerte, envía a sus vicarios;
el Pacha se ha rendido, hay luto en el cuartel.
Por lo pronto el poeta funda sus Comentarios:

han llegado los gringos de una mentada España.
Con sus ojos de oro, en su ambición se palpa
un dios ajeno que arma, con su tela de araña
las formas más sutiles de matar a Atahualpa.

En Coricancha, en Cuzco, donde el leopardo es panza
un dios está desnudo y otro dios lo reemplaza,
con su filo amarillo de sed y de venganza
el Inca vive atento y su arsenal emplaza.

En el centro del Cuzco la invasión se solapa,
se asienta destruyendo, en singular campaña;
en sincrética espera el gringo se agazapa
y evangélicamente calla el virrey su saña.

Tambo Machai espera, arma su barricada;
el Inca ha decidido bañarse en su acuarela.
En Puca Pucará la piedra está alistada,
el peligro en el alma huele su centinela.

Sacsahuaman se indica como el ojo testigo,
podrá ver cómo el godo se come las migajas.
El oro de los reyes se derrite a su abrigo,
el arca de los viles se corona de alhajas.

Voy por las callejuelas desnudas del Perú,
ríos contaminados se apunan sin control;
por la calle del Inca la miseria es tabú
y en el mercado venden un dólar por un sol.