domingo, 10 de junio de 2007

Mi país, tu país

Mi país.
País de torturados, de desaparecidos, país de fusilados, país de poetas fusilados.
País del miedo.
País de la traición. País semana trágica, país José León Suárez.
País de exiliados, de derrotas, de vendidos, de comprados.
País de indios muertos. País xenófobo.
País fascista.
País de clandestinos. País sin memoria. País de inmigrantes, de emigrados.
País botín de guerra.
País sin terminar.
País a la medida de su madre patria.

Tú país.
País imperial. País de colonizadores y de colonizados, de explotados, esclavizados, torturados.
País de ladrones del oro y de la plata.
País de la cruz y de la espada. País insolente.
País de toros muertos, país de galgos destrozando liebres.
País de Franco y de guerra civil. País fascista. País de perseguidos y de persecuciones.
País inquisición.
País de poetas fusilados. País de hambrientos.
País de emigrados e inmigrantes. País sin memoria.
País OTAN.

Mi país.
País de tango, de Borges, de Cortázar.
País de obelisco y de café. País Avenida de Mayo. País calle Corrientes. País Monserrat.
País de negros, de inmigrantes. País de mulatos. País de Evita y de Perón.
País de almidón. País de Piazzollas y de Goyeneches. País Rodolfo Walsh.
País de tristezas, de añoranzas, de a dónde iremos a parar.
País Plaza de Mayo, de madres de la plaza.
País de llanuras, de campos, de vacas, de caballos. Granero del mundo.
País de premios Nóbel.
País de Boca y River. País de Maradonas.

Tú país.
País de Cervantes, de Lorca, de Miguel, de Rafael.
País de moros, de judíos, de cristianos.
País de gaitas y de tapas. País heterogéneo.
País de la república, de Gaudí. País Picasso.
País de navegantes, país de arquitectos, de Guadalquivires, de Dueros, de Geniles.
País de Tajos. País de Joan Miró.
País de fútbol, de Nadales. País de tenores. País a la medida de las cosas.
País flamenco, de tacos, de castañuelas. País de pinchos, de cazuelas.
País de Manoletes.
País de Olivos.
País de árboles frutales.

Países.
¿Cuándo fue el desencuentro?
¿Dónde fue que yo, tan simple como yo, me haya desencontrado con vos, hombre simple,
/tan simple como yo?
¿Qué espada se cruzó entre los dos? ¿Qué historias, qué mentiras, qué política? ¿Qué laberintos?
¿Dónde fue que empezó esta guerra de nadas contra nadas?
¿Dónde están nuestros inalcanzables referentes, nuestros ejemplos, nuestros educadores?
¿En dónde y de quiénes aprendimos lo malo que sabemos?

Qué tristeza. Qué impotencia. Mi país, tú país. Cuánto dolor. Lloro por ambos dos, país, países.

Barcelona, junio de 2007
Habría que jubilar a todos los violinistas

Escucho música clásica;
nunca escucho música clásica,
me aburre,
pero hoy sí y me imagino joven.

En aquellos tiempos lo hacía
como para no quedar mal con mis amigos intelectuales;
necesitaba demasiado del otro,
de complacer,
de formar parte.

La escucho,
no es interesante,
los sonidos no son sonidos frescos,
el equipo no ayuda.

Sin embargo,
una nostálgica sensación me cubre el alma
de muerte:
¿es posible recordar con nostalgia los días en el gueto?

Aunque no sea Wagner.

Extraño, muy extraño.

Debajo de cada nota,
de cada solo de violín,
hay,
imagino,
una cámara de gas,
un crematorio.

Los conciertos siempre me recuerdan a Auschwitz,
a las fotos de montañas de cadáveres,
a cientos de filas de uniformados a rayas con la cabeza rapada y suecos de madera,
a las miradas de los esqueletos asomándose en camas apiñadas:
eso me imagino.

Extraño, muy extraño.

Tengo una pobre opinión del hombre,
tengo un discurso pesimista.

Escuchar música clásica me hace mal, muy mal;
habría que jubilar a todos los violinistas.

Barcelona, mayo de 2007