jueves, 16 de agosto de 2007

Sevilla

Baja la Carmen vestida
con sus flores amatistas;
va con el negro encendida
y negras las pantorrillas.

Sus ojos replican fuego
y sus tacos martilleo;
y por el Guadalquivir
baja la sangre y el duelo.

Agresiva su mirada
y su mantilla, violeta;
la Carmen, talle y guitarra
corta el aire su cadera.

Y la mantilla se mueve
al ritmo del fiel rasgueo;
que la muchacha sostiene
con los golpes en el suelo.

Repique, repiqueteo,
capa, florete, rasgueo,
castañuela, castañuela,
otra vez la sangre al ruedo.

Su cola se mece loca
con el cuello que cimbrea
y su mano se enamora
del brillo de su peineta.

La frente, profunda y clara,
el collar, es de esmeraldas,
la luna, como una mancha,
blanca sobre la ventana.

Cante jondo el de la voz,
en la guitarra, flamenco;
con los pies nos habla Dios
y en la guitarra San Pedro.

Baja luego de una pausa
de chaleco el bailaor;
chaleco negro su danza,
negro el ritmo y el tacón.

La pareja se entrecruza
al verbo del guitarrón;
baile que sirve de excusa
a los pliegues del amor.

Violento se torna el cruce,
taco y taco y taconeo;
y la pareja presume
con su meneo y su vuelo.

Un toro parece el hombre,
el torero, la muchacha
y su mantilla, el capote
y su mirada, la espada.

Y casi ronco el tenor
con su cante, cante jondo,
acompaña al mataor;
y al acero, y a su lomo.

Y sobre la arena, sangre;
quiebra sus patas el toro
calla el baile su jaleo:
el toro es un hombre solo.

Un nuevo repiqueteo
para acabar con la fiesta;
el hombre levanta el brazo,
y la mujer, su cabeza.

Sevilla, mayo de 2007

No hay comentarios.: